
¿Te pasa que a veces pensás: “Tal vez no soy tan buena como los demás creen” o “No sé si estoy lista para esto”? No sos la única. A muchas mujeres nos invade esa sensación de duda, esa voz que nos hace creer que no podemos lograr lo que queremos. Ese es el síndrome de la impostora.
Te llena de inseguridad, te hace dudar de tus capacidades y te sabotea sin que te des cuenta. Y lo peor es que, con el tiempo, te acostumbrás a vivir así, creyendo que esa sensación es parte de vos. Pero no tenés por qué aceptarlo.
Superarlo es posible. Todo empieza cuando tomás conciencia de lo que te está pasando. No estás sola: muchas mujeres lo viven sin saberlo o, si lo detectan, no saben cómo manejarlo. Es un autosabotaje silencioso que te mantiene en una zona de confort que en realidad no te hace bien.
Por eso, es fundamental rodearte de personas que te impulsen, que te recuerden lo valiosa que sos. Muchas veces, sin darte cuenta, absorbés las inseguridades de los demás, creés que si ellos no pueden, vos tampoco. ¡Error! No permitas que los pensamientos ajenos definan tu camino.
Si esto te resuena, empezá a hacer pequeños cambios. Preguntate: ¿con quién compartís tus sueños? ¿Quiénes te rodean? ¿Estás en un ambiente sano o en uno que te frena? Tomate el tiempo para reflexionar, escucharte y entenderte. Ese es el primer paso para salir de ahí y construir una mentalidad más fuerte.
Sanar este síndrome no es difícil, pero sí requiere constancia. Se trata de generar nuevas rutinas, confiar en vos y repetirte cada día que podés superarte. Porque cuando lográs derribar esas barreras mentales, empezás a sentirte más liviana, más libre, y todo lo que parecía inalcanzable deja de serlo.
Así que la próxima vez que aparezca el pensamiento “Tal vez no soy tan buena”, transformalo en “Estoy en proceso, estoy aprendiendo, puedo lograrlo”. Y si este mensaje te sirvió, compartilo con otra mujer que lo necesite.